¿Cuántas veces has escuchado a un niño o niña decir: "Quiero ser futbolista"? En España, donde el fútbol es una verdadera pasión nacional, este sueño es compartido por miles de jóvenes. Sin embargo, ¿cómo equilibrar esta aspiración con las realidades y desafíos que conlleva?
Soñar es una parte esencial del desarrollo humano. Para los niños, soñar con metas como ser futbolista profesional les da motivación, les ayuda a construir objetivos y, en muchos casos, fortalece su pasión por el deporte. Pero no podemos olvidar que soñar también necesita un toque de realidad para mantener los pies en la tierra.
La realidad del fútbol profesional
El fútbol es el deporte más practicado en España y en gran parte del mundo. Su sencillez, accesibilidad y capacidad de conectar personas lo han convertido en un fenómeno global. Desde barrios humildes hasta grandes ciudades, el fútbol une a personas de todas las edades, ofreciendo beneficios tanto físicos como psicológicos:
Socialización: Jugar en equipo fomenta la comunicación y el trabajo conjunto.
Bienestar mental: Ayuda a reducir el estrés, aumentar la confianza y disfrutar de momentos positivos.
Valores: Enseña disciplina, esfuerzo y compromiso.
Sin embargo, esta popularidad también implica una competencia feroz. Según datos recientes, menos del 0,1% de los jugadores federados en España alcanzan la Primera División. Esto significa que de las más de 700.000 licencias registradas actualmente, solo un número ínfimo logra cumplir el sueño de vivir del fútbol.
El equilibrio entre soñar y ser realista
Ante estas cifras, surge la pregunta:
¿deberíamos desanimar a los niños para que abandonen este sueño? La respuesta es un rotundo no.
Cortar las alas de un joven soñador podría tener consecuencias negativas, como reducir su interés por practicar deporte, una actividad clave para su desarrollo físico y emocional.
El desafío está en ayudarles a gestionar sus expectativas mientras mantienen su pasión. Para ello:
Diversifica su identidad: Enséñales que el fútbol es importante, pero no debe ser lo único que les defina. Es fundamental que cultiven otros intereses y aspiraciones.
Fomenta la educación: Asegúrate de que los estudios sean una prioridad paralela al deporte. Un plan B no es una señal de derrota, sino de inteligencia y previsión.
Refuerza valores positivos: Esfuérzate por inculcar la idea de que el éxito no siempre significa jugar en Primera División. Disfrutar del proceso, aprender del esfuerzo y compartir con otros son logros igualmente valiosos.
La importancia de soñar con propósito
El fútbol puede ser una fuente de felicidad y realización personal, incluso si no se alcanza el nivel profesional. A través de este deporte, los niños pueden desarrollar habilidades como la resiliencia, el trabajo en equipo y la capacidad de manejar el fracaso, cualidades que les servirán en cualquier ámbito de la vida.
Por eso, aunque el camino hacia la élite sea extremadamente complicado, no les quitemos el derecho a soñar. Dejémosles perseguir sus metas, pero acompañémoslos con orientación, apoyando tanto su desarrollo deportivo como su crecimiento personal.
El mensaje final es claro: no se trata de elegir entre fútbol o estudios, sino de construir un equilibrio saludable donde ambos sean igual de relevantes. La vida no debe ser solo fútbol, pero si es su pasión, ayudémosles a disfrutar del viaje.
La clave de todo es que nuestra identidad no dependa solo del fútbol: que el niño disfrute con otras cosas, quiera estudiar algo que le motive y trabajar de ello.
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Daniel Partida - Psicólogo Deportivo
Perfomind
Que buen artículo!